martes, 8 de marzo de 2011

Un ser inefable.


"¡Venciste, Mujer! Con no dejarte vencer".
Pedro Calderón de la Barca.




"Hay un ser inefable.
Tiene la fuerza y la pasión del hombre,
y está lleno del amor y la bondad de Dios".

(Doménico Pepín)

 
Clandestino se atreve a pensar que este ser excepcional, de manera silenciosa, ha propiciado a lo largo de la Historia una serie sorprendente de cambios que constituyen la más grande de todas las revoluciones: la revolución del amor. Es una revolución invisible en su forma y presentación; muy profunda y enriquecedora en su contenido y significación.



  
Parece ser que, ya desde los tiempos de la comunidad primitiva, a finales del paleolítico inferior, hace casi medio millón de años, se reconocía el valor social de la mujer y se le asignaba un lugar relevante dentro del grupo social. Tal  situación tendió a mejorar a finales del paleolítico medio,  hace unos 100.000 años, época en la que las comunidades gentilicias establecieron el Derecho Materno. Aún perviven hoy reminiscencias de este pasado digno en algunas comunidades étnicas de los bosques tropicales.

Se podría afirmar que en la mayoría de las religiones mitológicas de la Antiguedad, tanto en el Viejo Continente como en el Nuevo Mundo, la mujer revistió atributos divinos y compartió con sus congéneres los trabajos de la creación del mundo y el origen de la humanidad. Quizá tardíamente, en religiones monoteístas del Cercano Oriente, la mujer comienza a perder su posición social privilegiada y deviene en un ser secundario, anodino e ingenuo.

Podría sostenerse que el advenimiento de la Civilización significó un punto de quiebre entre el antiguo orden matriarcal y el nuevo orden patriarcal. No es aventurado afirmar que la civilización despojó a la mujer de su condición de compañera del varón, y la rebajó a la condición de esclava. Desde entonces, en las relaciones entre el hombre y la mujer, la Historia de la Humanidad ha consistido en la discriminación de género, la dominación de género y la explotación de género.

La sociedad de consumo, en la era de la postmodernidad, ha devaluado aún más la condición de la mujer y alienado su conciencia: ha reducido su vida a los criterios de los diseñadores, los estilistas, las pasarelas, los gimnasios, las vallas  y anuncios publicitarios, las vitrinas, las discotecas, los concursos, la frivolidad, la sofisticación y el arribismo. La mujer ha venido a ser, entonces, un artículo de consumo que se consigue, como tantos otros, en ferias, exposiciones, reinados, tiendas y supermercados.

Sin temor a equivocarse, Clandestino piensa que esta situación vergonzosa y asqueante debe ser corregida. La mujer no merece esta suerte vulgar y perversa. Es necesario rescatar su condición primigenia de socia, compañera y amiga del varón. Es imprecindible y urgente superar los tabúes, los prejuicios, las discriminaciones odiosas, las concepciones misóginas y las conductas machistas, y comenzar a reconocer su dignidad de persona, su igualdad jurídica y social, su independencia personal y profesional.

Ella es un ser inefable, de infinita sensibilidad e inteligencia, excepcionalmente hermosa, y dueña de una inconmensurable capacidad creadora. Ella es media humanidad, y madre de la otra mitad. Ella engendra la vida, ella se entrega en la crianza, la educación y la atención solícita; ella ama, acompaña, sostiene, es solidaria, aporta a la economía, desarrolla el arte, la ciencia, la filosofía, y lucha por un mundo más humano donde se posible la justicia, la paz, la libertad

El 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujer, es la fecha que reconoce y valora la lucha por la liberación de la dominación de género, la lucha por la consecución de la igualdad de género, y la lucha por el reconocimiento de la dignidad de  género. Es la fecha de la celebración de la lucha contra la opresión doméstica, la explotación laboral y la manipulación comercial de sus atributos.

En una sociedad y una cultura que discrimina y exclye, este Día es la ocasión para la celebración de la lucha de la mujer por su independencia personal y social, como sujeto y como persona. Es la oportunidad para la celebración de la derrota de las oprobiosas condiciones impuestas por su amo dominador y patriarcal en una civilización fálica. Es la celebración de la conquista de la perdida igualdad gentilicia y comunitaria de los tiempos prehistóricos, y la reivindicación de sus inmensas potencialidades y capacidades. "No se nace mujer, se llega a serlo", afirmó Simón de Bouvoir en 'El Segundo Sexo'. Para ello es necesario luchar.
Clandestino se un e a la celebración y brinda por ellas. Feliz Día. 





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