martes, 15 de mayo de 2012

Día del Maestro.

"El más grande de los hombres sencillos, nuestro maestro".
Pablo Neruda.

"Maestro es aquel que hace soñar a sus alumnos en hacer posible lo imposible"
Miguel Angel Cornejo.

"Educar es dar al cuerpo y al alma toda la belleza y la perfección de que son capaces".
Platón.

"El arte supremo del maestro es despertar el placer de la expresión creativa y el conocimiento"
Albert Einstein.

"Siempre que enseñes, enseña a la vez a dudar de lo que enseñas".
José Ortega y Gasset.


El Maestro. Creador de un saber de la vida para la vida.

Doménico Pepín.

En su paso fugaz por el mundo solo tiene tiempo para hacer el bien. Vive las horas justas para practicar la virtud, amar la justicia, enseñar la verdad, extasiarse ante la belleza y luchar por el bienestar comunitario.

Pasa las horas con una paciencia infinita creando abecedarios y jugando al cálculo con los ábacos. Se dedica a observar, describir, y explicar los seres, los sucesos, las relaciones, los medios, los conjuntos, los hábitats, las ecúmenes, los universos. Es osado y se atreve a escudriñar los mundos estelares, los códigos genéticos y las fuerzas de los campos gravitacionales. Elucubra sobre la felicidad, el amor, la libertad y el poder. Se inquieta por su destino y trata de desentrañar su origen. Y aún tiene aliento para recrear la naturaleza y la vida con fantásticas melodías y maravillosas obras plásticas. Y en sus horas de ocio diseña y elabora muebles, utensilios, herramientas, artefactos y máquinas que hagan más placentera su existencia y más grata la convivencia.

El maestro es un ser siempre joven. A pesar de los años, las canas y las arrugas, su espíritu no envejece y conserva la frescura, la lucidez, la lozanía y la sagacidad de sus mocedades, y con el paso de los días se enriquece en serenidad, en sapiencia, en bondad y en hierática majestad.

El maestro es la sabiduría viviente, siempre actual, nunca acabada. Tiene la capacidad de asombro, incluso ante las cosas más pequeñas, más intrascendentes, o más inútiles: la verdad, la belleza, la bondad, la justicia, la paz, la libertad.

El maestro vive para aprender cada día; sabe adaptarse al medio, explicarlo, encontrar las razones para su transformación y lucha siempre por perseverar en el ser, tan inagotable como su afán de saber.

El maestro es el ser que no da tregua a su intelecto; no descansa de concebir ideas, de elaborar teorías, de diseñar proyectos, de realizar estudios. Incluso, cuando así lo requieren las necesidades de su crecimiento y progreso, en capaz de cambiar de opinión sin entregar los principios.

El maestro ha llegado a entender que no existen dogmas, verdades eternas, absolutas e inmutables; que todo en el universo es una eclosión permanente de cambios, de fuerzas, de circunstancias, de novedades que lo comprometen. Por eso, no se casa con ninguna doctrina, no se aferra a ninguna verdad, no fosiliza su espíritu y, aunque valora y respeta la tradición, no petrifica su vida.

El maestro es un ser que fluye permanentemente, sin cesar, como el río de la vida, en el brío renovador de los nuevos tiempos y de las jóvenes generaciones, aún en contra de la perspectiva de sus ancestros. Él es la conciencia lúcida, avizora, despierta, ante un universo siempre nuevo, joven, en permanenete cambio y transformación.

Y cuando siente que ha cumplido su ciclo vital en su destino terrenal, se marcha en silencio, como llegara. Entonces se dedica a jugar ajedrez en las estrellas, a traducir los dialectos de los bienaventurados, a ofrecer recitales en el cosmos, y a servir de inspiración a quienes en el Reino de Macondo aún padecemos y gozamos.


"Aprender nunca es vergonzoso para un maestro
cuando las cosas a saber son útiles".
León Bautista Alberti.

"La tarea del educador moderno no es podar las selvas
sino regar los desiertos".
Clive Stapler Lewis.

"El que no sabe es un imbécil.
El que sabe y calla es un criminal".
Bertold Brecht.

"Del hablador he aprendido a callar,
del intolerante a ser indulgente,
y del malévolo a tratar a los demás con amabilidad.
Y por curioso que parezca,
no siento ninguna gratitud a esos maestros".
Khalil Gibran.

Desiderata.

Doménico Pepín.

Quiero educar a mis hijos en la verdad, la sinceridad, la franqueza, el pundonor, la responsabilidad, la serenidad, la lucidez, la alegría y la certeza de que se vive como debe vivirse; con la convicción de que la vida plena perdura y florece de nuevo en obras que nosotros iniciamos y otros habrán de continuar.

Educarlos en la piedad, la ternura, la comprensión, la entrega, la nobleza, la afabilidad, la cortesía, el sacrificio; por sobre todo, en el amor a Dios, su Padre, su Señor, su Guía, su Verdad.

En la fortaleza, la templanza, el valor civil, la caridad, la unión, la comunión, la fraternidad, el compañerismo, la amistad y el amor a todos los hombres, sus hermanos. Amor decidido, fuerte, efectivo, por encima de toda diferencia, en toda circunstancia, a toda hora, todos los días, en todos los lugares.

En la superación personal, el afán de ser mejores cada día, en la búsqueda de su perfección, en la lucha desinteresada por ideales nobles: la vida, la libertad, la justicia, la paz. Lucha contra todo lo torvo, todo lo oscuro, todo lo sucio, todo lo morboso. La denuncia del crimen, la corrupción, el vicio, sin temores ni flaquezas, aún a costa de la propia vida. Lucha por principios, no por modas. Denuncia por convicción, no por oportunismos.

En la fe en los nuestros y lo nuestro: nuestros mayores, nuestros padres, nuestros hermanos, nuestros hijos, nuestros compañeros, nuestros amigos, nuestros vecinos, nuestros conciudadanos, nuestro barrio, nuestro colegió, nuestro trabajo, nuestro pueblo, nuestra Patria entera. Fe en un futuro promisorio, una Patria digna, un hombre renacido, una sociedad luminosa y feliz.

Quiero enseñarles a compartir, con amor, nuestros bienes, nuestros afectos, nuestras ideas, nuestras experiencias, nuestra sabiduría, con quienes lo necesitan y buscan nuestro servicio. Servir a toda hora, con honradez, con dedicación, con entusiasmo, sin fatiga, sin egoísmo, sin prepotencia, sin paternalismo. Colaborar con decisión, con amplitud, con generosidad, en los proyectos de beneficio común.

Infundirles el respeto por su País, sus símbolos, sus valores, sus tradiciones, su idiosincrasia, su identidad cultural. La veneración de lo propio, su conservación, su enriquecimiento, su difusión, sin imitar lo foráneo. Enseñarles su historia, sus gentes, sus gestas, sus recursos, sus paisajes, sus problemas, sus aspiraciones, sus potencialidades.

Habituarlos al cuidado del medio ambiente, de su entorno, su hábitat, su ecúmene, y la conservación de la pureza de sus aires y sus aguas, la serenidad de sus bosques, la majestad de sus montañas, la riqueza de su fauna colorida, la mansedumbre de sus riachuelos y el fragor torrencial de sus ríos arteriales, la inmensidad de sus selvas, el tesoro de sus suelos de gemas, de dorados, de minerales útiles y cosechas abundantes, y el azul insondable de sus cielos y sus mares.

Quiero enseñarles a sembrar una semilla que otros habrán de cosechar, a abrir un camino por donde otros podrán transitar, y anunciar un mañana en que otros podrán sonreír.



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